«La casa de la buena vida» es un lugar en Palma Palmilla que ofrece una segunda oportunidad a personas con problemas de adicción. Normalmente los problemas de drogas, están unidos a otros, como delincuencia, juicios o ajustes de cuentas. Además de los problemas o situaciones legales que estas personas puedan encontrar, existe también un lado humano y social que se quiebra cuando se forma parte del círculo de la droga.
Las historias familiares no son fáciles, a veces han existido abusos cuando eran menores, violencia, pobreza, exclusión… otras veces, la propia inocencia les hicizo entrar en aquél espacio de vida que nunca perdona y que los consume sin darse cuenta; como una gracia, como reflejo de otros amigos mayores, la falta de educación y conocimiento… muchos nacieron ya en ese entorno y ahora, adultos, luchan por cambiar y desarrollarse como ellos siempre soñaron.
Said es marroquí, tiene 33 años, es uno de los cocineros de la casa. Su recuerdo más feliz es el de sus hijos. Cuando hablas y pasas tiempo con él, ves a un hombre sonriente, de mirada profunda y ojos perfilados de negro. Sientes bondad y cariño de un cuerpo alto y flaco…
Desde fuera, cuesta entender cómo se llega al punto de no poder más e imaginas el laberinto y remolino que han debido sentir tras años de perdición. Llegar a «la buena vida» es síntoma de haber alcanzado tu propio límite, y aceptar que necesitas una mano.
Ojalá existan oportunidades para aquellos que desean encontrarlas, y que sus sueños y su tiempo perdido puedan de alguna manera recuperarlo y alcanzarlo. Visitar esta casa es marcharte con el corazón lleno.